12 diciembre 2007

Tere y el club de la lucha

Hemos estado durmiendo durante unos 20 días en una cama de 90, y cada día estoy más convencido de que una cama de 1.50, se me va a quedar pequeña. Tere es una persona que extraña mucho su hogar en todos los sentidos, pero sobre todo, extraña la cama. Estas dos últimas noches ha tenido unas cuantas batallas campales con la cama, lo malo, es que al ser una cama de 90, los daños colaterales, son inevitables. Como ya supondréis, llamo daños colaterales a aquellos que me hace a mí.

Normalmente siempre me quedo yo sin manta, sin edredón, y a veces sin cojín. Pero hoy la batalla ha sido a lo grande, y hemos dormido los dos sin manta. Por lo que se ve, se ha pasado estos días ensayando y entrenando una patada voladora mortal con doble vuelta en el aire, y lo ha puesto en practica hoy con las sabanas, cosa que ha hecho que el edredón aparezca a un metro de la cama.

Al final siempre gana la cama, ya que por mucho que lance las sabanas, por mucho que me descubra ante la humanidad (haciendo que pase frío), o por mucho que ahogue al cojín, siempre, acabo yo al día siguiente con el moquillo, y un frío en los brazos que no es normal.

Esto es algo que me lleva pasando desde… desde… hace 6 años, pero siempre lo he sufrido en silencio, porque me da miedo que al leerlo, haga conmigo lo mismo que con la cama. Porque en más de una ocasión, sus despertares, hacen que yo me acojone, porque siempre intenta arrearme, y luego se escusa diciendo que tiene mal despertar.

Presiento que seré un futuro hombre maltratado por los sueños o despertares de mi mujer.

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